sábado, 3 de agosto de 2013

Boda Carla y Quintana

Ayer, por fin, fue el gran día. Después de tanto tiempo planeándolo todo, buscando vestido, preparando el regalo para ellos. Ayer fue la boda de Carla y Quintana.

La verdad es que, en general, fue un día muy estresante. Me levanté y casi directa tuve que ir a la peluquería donde me hicieron un increíble recogido. No me suele gustar mucho llevar el pelo recogido pero tengo que reconocer que esta vez me encantó. Justamente pedí que me lo recogieran porque, pese a que la boda era por la tarde, no quería tener que pasar mucho calor con el cabello suelto. 


Después de la peluquería empecé a hacer la maleta. Preparar el vestido para la boda, la ropa para el baile de disfraces, los zapatos, complementos... Como siempre, me fui solo por una noche y llevaba una maleta como para una semana. A media tarde me dirigí hacia el lugar de la ceremonia, pasando calor en el coche pero sin bajar las ventanillas para no despeinarme.  

Ya en el hotel Mas Solà me fui a la habitación que los novios me habían reservado donde tuve que terminar de prepararme, de vestirme y arreglarme para la boda. Un poco con prisas porque iba con el tiempo contado, pero al final pude hacerlo todo antes de que empezara la ceremonia.


El sitio de la ceremonia era precioso, una larga pagoda con todo de sillas alrededor. Al final del pasillo, la mesa y las sillas para los novios, decorada con la estelada (la bandera catalana independentista). Después de esperar un rato, apareció Quintana, el novio, acompañado de su madre y, poco después, apareció Carla de la mano de su padre. El momento en que ella apareció fue precioso. Ella estaba increíblemente hermosa, tan guapa que incluso el novio al verla llegar se puso a llorar, seguro que de la emoción del momento.




La ceremonia no fue muy larga, pero, sin lugar a dudas el mejor momento y que nadie se esperaba fue cuando se dieron los anillos. Los hijos (creo) de la prima de Carla aparecieron cada uno con un flamenco de juguete con una cinta colgada del cuello. Cada uno de ellos llevaba uno de los anillos. La verdad es que eso dio el toque especial en la ceremonia, un toque muy ellos. Al terminar la ceremonia, ellos se fueron a hacer el reportaje fotográfico por los jardines de alrededor mientras todos aprovechábamos para disfrutar de un increíble aperitivo donde al final aparecieron los novios para hacernos algunas fotos con ellos, hablar un rato y volver a posar para las fotografías oficiales.



Por si el aperitivo no fuera suficiente, al terminar éste entramos en el comedor para la comida. Una deliciosa comida de varios platos que a todos nos costó bastante de poder terminar porque ya estábamos con la barriga bien llena. Como en cualquier boda, también hubo el momento del pastel. Pero creo que esta vez es todavía más especial que en cualquier boda. Carla es una crack haciendo pasteles y ella misma hizo el pastel de la boda. Aunque su intención era hacer el pastel para todos los invitados, al final no pudo ser, pero hizo un pequeño pastel simbólico con los muñecos de los novios. Los muñecos sí los hizo ella y eran exactamente igual que los propios novios, es más, incluso hizo la figurita del perro que tienen. Los detalles de las figuras eran increíbles: ella con su cupcake y él con un mando de la play. 




Mientras todos comíamos nuestro postre, prosiguieron a dar la entrega de todos los regalitos. El recuerdo de la boda ya lo teníamos todos en las mesas cuando llegamos. Era una foto de ellos dos, de la sesión de la pre-boda hecha en 4 cuadrados con una chocolatina cada uno. Así que repartieron los regalos extra. Hubo un montón de regalos para muchos de los invitados y yo fui una de las afortunadas. A algunos de sus amigos les regalaron a cada uno una taza personalizada donde consta la fecha de su boda, sus nombres y el nombre del propio invitado. La verdad es que es preciosa. A parte de eso, por haber organizado su despedida de soltera a parte de la taza, me regalaron una caja llena de bombones deliciosos. 


Y, después de todo eso... ¡La fiesta de disfraces! La verdad es que en un principio no sabía muy bien qué ponerme para la fiesta de disfraces, pero al final terminé por decidir coger uno de mis vestidos lolita para la fiesta de la noche y la verdad es que fui muy cómoda y fresca durante el baile. Me sorprendió que todos los invitados, de mayor o menor manera, se disfrazaran. Incluso mis jefes llevaban todos máscara. La verdad es que fue increíble. Incluso, por parte de la madre del novio, durante la noche les hizo hacer un par de juegos recordando su infancia. Quintana, de pequeño adoraba explotar bolitas de envolver objetos delicados y a Carla le encantaba envolver cosas. Así que... ya tuvimos diversión durante la noche. 


Tener una habitación en el hotel la verdad es que se agradeció un montón ya que de esta manera pudimos disfrutar de la fiesta hasta el último momento y no tuvimos que estar pendientes del alcohol para poder conducir de vuelta a casa. Y de esta forma también pudimos descansar durante unas cuantas horas hasta que a las 12 tuvimos que dejar la habitación del hotel. Al salir, nos encontramos todos los amigos que estábamos ahí descansando y estuvimos un buen rato hablando, comentando la noche y riendo hasta que poco a poco nos fuimos despidiendo y volviendo cada cual a su casa. Realmente ha sido una boda increíble, con una gente increíble. Una fiesta irrepetible. 

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