sábado, 14 de septiembre de 2013

Paseo en carruaje

Hace un par de días fue el aniversario de mi hermana pequeña, Carla. Este año no ha querido hacer una gran fiesta de cumpleaños con sus compañeros de clase así que hemos decidido hacer algo especial para su día.


No sabíamos exactamente qué hacer para ella, para que tuviera algo especial. Sí, el mismo día de su cumple fuimos toda la familia a cenar a un restaurante, le llevamos un pastel, soplamos las velas y le dimos todos los regalos. Pero mi pequeña se merecía más por su décimo cumpleaños.

Desde que nos hemos levantado hemos empezado a pensar qué podríamos hacer para que fuera un día especial, donde podíamos ir y, al final, lo hemos decidido. Hemos cogido el coche y hemos ido hasta Olot, que está a, más o menos, una hora de Girona.

En Olot se encuentra, además de una increíble zona volcánica, La Fageda d'en Jordà. La Fageda és un excepcional bosque que crece encima de lava volcánica. Forma parte del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa.


En este Parque Natural se ofrecen varias actividades y, una de ellas, es el paseo en carruaje por la zona. Así que a las 5 de la tarde estábamos ahí, esperando al siguiente carruaje que salía para poder disfrutar de los magníficos paisajes que ofrece.

Y realmente los paisajes son increíbles. Tengo que decir que estoy acostumbrada a ver imágenes sobre la Fageda ya que mi abuela es pintora y muchos de sus cuadros están basados en ese ambiente y, se puede decir que son clavados a la realidad. Era ver el paisaje y encontrarme viendo uno de los cuadros de mi abuela y que se pueden encontrar en toda mi casa. Paisajes verdes, empezando a enrojecer por el otoño, un ambiente tranquilo, con pequeñas montañas hechas naturalmente con rocas volcánicas.


Compaginamos los ratos en carruaje con los ratos paseando y disfrutando de los paisajes, haciéndonos fotos en todos lados, embobados con todo lo que veíamos. La verdad es que es increíble encontrarte ahí en medio de la naturaleza y saber que a solo unos pasos tienes la civilización, pero sin sentirla.


Cuando terminamos el paseo, demasiado pronto para mi gusto, aprovechamos para hacernos fotos en los carruajes, con los caballos para luego dirigirnos a un camping que está justo al lado y que son los mismos propietarios que los del carruaje. Y la pequeña pudo disfrutar de un pequeño paseo en poni y nos quedó pendiente ir otro día para montar a caballo. Que todas tenemos muchas ganas de eso y por la hora que era no pudimos hacerlo.

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